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Por eso dije: Apártense de mí,
que quiero llorar con amargura;
no traten de consolarme
de la catástrofe de mi pueblo.
Porque el Señor todopoderoso
ha decretado que llegue un día de pánico,
de destrucción y aturdimiento
en el valle de la visión.
Están derribando las murallas;
llegan los gritos hasta las montañas.

Los elamitas prepararon ya sus flechas,
y están montados en sus carros y caballos;
los de Quir sacaron sus escudos.

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